Sitios como la zona arqueológica ubicada en Mina siguen aportando pistas acerca del avanzado conocimiento de los ancestros acumulado a lo largo de miles de años.
Ayer, los rayos proyectados sobre la roca registraron el inicio del invierno. Fotos: Lorenzo Encinas
La observación del cielo desde tiempos inmemoriales ha sido para el hombre uno de los principales pasatiempos, de hecho, a lo largo de miles de años la práctica de mirar el cielo seguramente era para importante de la vida religiosa de los grupos de cazadores recolectores.
Conocer la posición del Sol en los amaneceres y los ocasos permitía a las tribus antiguas conocer las estaciones, la temporada de celo de los venados y la época cuando tenían que abandonar sus campamentos temporales.
A base de un conocimiento sistemático, los grupos antiguos que habitaron el noreste de México perfeccionaron esa sabiduría y la plasmaron en los frontones pétreos a lo largo y año de las sierras, cerros y lomeríos.
El amanecer del 21 de diciembre, en Boca de Potrerillos se puede apreciar el alto grado de conocimiento adquirido por los grupos de cazadores recolectores. En una de las miles de rocas grabadas se puede observar la salida del sol en Boca de Potrerillos
En un punto de la zona de petrograbados, conocido como el Promontorio, los antiguos habitantes de Boca de Porterillos colocaron dos grandes rocas juntas divididas por un espacio.
Estudios han concluido que el lugar era un megaobservatorio astronómico donde se calculaba el paso de la Luna y el Sol.
Los integrantes del grupo se dieron a la tarea de calcular los puntos de la montaña por donde sale el Sol, encontrando que la luz proyectada por los primeros rayos de astro rey recorre el espacio sobre las dos rocas.
"Este hecho no puede ser producto de una casualidad, es muy importante dejar claro que la rocas fueron colocadas en ese lugar con una finalidad, seguramente marcaba las estaciones y por lógica tenía un significado muy importante", sentenció Rufino Rodríguez, cronista e explorador del lugar.
Por su parte, Alejandro Arizpe, cronista, reconoce que para quienes realizaron los grabados y en general para las tribus arcaicas, conocer con exactitud el paso de las estaciones era fundamental por su forma de vida.
De hecho, para el explorador Jerónimo Florses Cavazos la alineación de la roca con la salida del sol, justo el 21 de diciembre es muy significativa.
"Para ellos era muy importante conocer el paso del sol, marcar las estaciones significaba mucho, principalmente porque su forma de vida se basaba en la caza y la recolección de ahí la importancia de saber cuando era en los periodos idóneos para la caza de venados o bien la época de la abundancia de tuna o mezquites", comentó Rodríguez.
Los conocedores en la arqueoastronomía como Antony Aveni o William Breen Murray consideran que sapiencia de las altas culturas de Meso américa pudo haber nacido en el norte y que luego fue desarrollada en la arquitectura de ciudades como Chichén Itzá, Teotihuacan, Monte Albán entre otros lugares.
Sus creencias religiosas eran distintas a como las entendemos, para ellos mirar la salida y la puesta del sol, representaba un evento constante en su vida, tanto así, que lo registraban en la roca y era indicador para celebrar fechas importantes.
El paso del astro rey
En Mina hay infinidad de lugares con petrograbados donde se detalla en paso del Sol en las rocas de acuerdo a la época del año. Boca de Potrerillos, que se ubica a 70 kilómetros al norponiente de Monterrey, por la carretera a Monclova, es la única zona de petrograbados abierta al público, que sale maravillado de ahí.
En Mina hay infinidad de lugares con petrograbados donde se detalla en paso del Sol en las rocas de acuerdo a la época del año. Boca de Potrerillos, que se ubica a 70 kilómetros al norponiente de Monterrey, por la carretera a Monclova, es la única zona de petrograbados abierta al público, que sale maravillado de ahí.
El conjunto de motivos rupestres llama la atención, sin embargo sobresale una enorme roca, tapizada de grabados a la que Breen Murray bautizó como "El Monolito Gnomon".
"Esta piedra esta labrada y se ilumina de manera diferente según el ángulo de la luz solar a cada hora del día y en cada estación del año. Su tamaño de más de media tonelada sugiere que su movimiento y ubicación fue un esfuerzo colectivo que requirió una planeación coordinada, la cual fue un episodio clave en la definición del paisaje cultural del calendario del horizonte", enfatizó el maestro de la UDEM.
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